Hay algo acerca de ese vuelo.

Una vez más, me senté en un avión con destino a Chicago, a unos 30.000 pies sobre la tierra, cuando las lágrimas comenzaron a fluir. No es nada nuevo. He estado llorando en ese vuelo de una hora de Kansas City a Chicago durante años. De hecho, no me sorprendería que las aerolíneas me pusieron en una especie de lista de vigilancia ‘ruina emocional’.

Yo estaba muy cómodo en el asiento 14-C. Mi hija precoz de dos años y medio años de edad, se sentó a mi lado en el asiento de la ventana. Y al otro lado del pasillo estaba Will: mi increíblemente guapo niño en edad preescolar. Las aerolíneas no poner a nadie en nuestra fila (de nuevo, la evidencia de “la lista”). Will se sentó junto a la ventana para que pudiera levantar y bajar la persiana. Su cinturón de seguridad abrochado permaneció. Finalmente dejó de intentar empujar el ‘botón de llamada “por encima. Will conoce sus límites; incluso con la ayuda de su plástico Iron Man, que era demasiado corto. De vez en cuando pateó el asiento frente a él, pero por suerte el hombre en ese asiento era amable y gentilmente aceptado nuestra (hacer eso, ‘mis’) disculpas. Mientras Will se sentó mirando hacia fuera sobre el cielo del medio oeste … probablemente sobre los cultivos de algunos agricultores trabajando duro … me di cuenta. Estaba sentado muy bien. En silencio. Estaba trabajando en una especie de juego imaginario. Es posible que simplemente el hecho de que su juguete elevó sus brazos cuando él apretó el legs– más ‘y efecto causa “de” juego “- pero lo mantuvo ocupado. Parecía típico, “normal”. Sentado en el 14-A que podía ser cualquier niño. Pero no lo era. Él fue, es mi Voluntad. Y al igual que los agricultores, él y yo hemos trabajado muy duro para llegar a este punto.

Tres años antes, Will y yo estábamos en el mismo vuelo. Apenas el dos de nosotros. Yo estaba embarazada de mi hija, Francie. Era una cálida tarde de primavera. Las aerolíneas abordaron el avión tarde. Y luego una vez que estábamos a bordo, había un problema con el aire acondicionado. Un problema que significaba en lugar de, refrescante aire fresco, el aire caliente se derramaba en la cabina. Nuestro avión no se movía. Stuck– para una moment– eternamente larga en una pista en O’Hare. Comenzó a hacer calor. Se comenzó a obtener inquieto. Gritando, gritando, pataleando. Los profesionales aún no le habían diagnosticado como estando en el espectro del autismo. Acabo de pensar que es como de dos años de edad reaccionan a estar atrapado en una pista (gracias a Internet, sabemos que algunos adultos actúan aún peor). Pero ahora sé que era más. Estaba frustrado. Enojado. No se puede comunicar. Sobrecargado por un asalto a sus sentidos. Caminé con él. Y se puso más caliente. El vuelo attendants– aparentemente preocupado que iba a dar a luz de manera espectacular en board– mantuvo entrega me hiele toallas de papel fríos. Will gritó más. La temperatura subió. Afortunadamente, nuestros asientos estaban rodeados por la Universidad de equipo de tenis de Mujeres de Texas. Estas mujeres eran divertidos y fácil de llevar. Recuerdo una que sugiere que tenemos mi pequeño Will desnudo por lo que no estaría tan caliente. Es agradable ser capaz de reírse cuando lo único que quieres hacer es llorar.
Finalmente, el calor se detuvo. El aire fresco empezó a llenar el avión y nos quitó para Kansas City.

Estaría mintiendo si dijera que tres años más tarde hemos llegado. Todavía hay mucho trabajo por hacer. Pero me llamó la atención la vista de mi pequeño individuo: De repente él está sentado muy bien en su asiento, bebiendo su Sierra Mist con las dos manos. Por eso, yo levanto mi copa. Un brindis por todos los profesionales que han pasado incontables horas con él. Un brindis por mi familia, que ha sabido adaptarse no sólo a Will y su behavior– pero algo sin esfuerzo aprendió a dialogar con él. Un brindis por mi marido, que nunca una vez que expresó su decepción de que su único hijo nunca podría ser capaz de sentarse y no hacer típico padre-hijo cosas cosas. Un brindis por Will que probablemente piensa que todos somos un poco “off”, pero ha aceptado su “familia neurotípica ‘como somos. Y, por último, maldita sea, un brindis por mí! Ha habido momentos en que quiero tirar de la salida de emergencia y deslice este paseo, pero es mi amiguito impresionante que me mantiene a bordo. Gracias por venir a lo largo de nuestro viaje, Leslie